martes, 26 de julio de 2011

Y QUEDARÁN SUS ESPÍRITUS…

Estaba condenado. No estaba preparado. Es pura casualidad que el día del Patrono se empezara a hundir mi barrio. Además se ha empezado por la calle Reverendo Padre Juan Antonio, la mía. Lo primero en caer ha sido el palomar. Lo llamábamos así porque era la única casa de tres plantas. Me he quedado un rato mirando preguntándome ¿le habrá dolido? Pero no, una casa no siente dolor cuando la hunden.

¿Cuántas historias en esos peldaños de piedra artificial hoy desaliñados habrán sucedido? En los azulejos blancos, los de siempre, pues pocos tuvieron dinero para cambiarlos, se tenían que conformar con un poco de ungüento blanco entre sus juntas. Cómo caían las ventanas… Hace tiempo que ya las madres no salen a vocear que es la hora de recogerse. Sabías cual era la que llamaba: ¡Sitoooo! la Satur, ¡Felisiiin¡ la Isabel, ¡Patriii! la Esperanza,…

Ahora todo está en montones, y encima del montón más alto una gran excavadora. Parece un dragón extraterrestre con la boca abierta como si desde ahí quisiera controlar todo lo que se mueva a su alrededor, pero lo que no va a conseguir el dragón es hincarle sus feos dientes de hierro a los recuerdos que tenemos todos los del barrio.

Los espíritus buenos han salido rápido por la chimenea. Miran, vigilan y disfrutan sabiendo que los vecinos están bien en el nuevo barrio y no se han ido muy lejos: saltando la plaza de toros con pértiga se llega al actual.

Dije en el pregón a la Virgen que cuando ya no estuviera el barrio me permitiera ver a esos espíritus buenos, como relata Serrat en su canción del “Roxy”. Todos los 30 de abril, saldré a ver por los terrenos del barrio a tanta gente que hoy me doy cuenta del afecto que les procesaba: Vicente Bahílo, haciendo su paella en mitad de la calle (por algo le decían “el Ché”), Santiago Montón organizando la fiesta,… ¡Mira la Satur!, la Dorotea, Felix, la Paquilla la del pintor,… Le diré a mi amigo Andrés que me acompañe… ¡También está Tejero con Felipe en el kiosco de la señora Alejandra! Mi Madre volviendo a casa siempre cargada con su bolso unos pasos por detrás de mi Padre por el caminillo de la balsa.

Cuando vengan los deportistas al pabellón nuevo, les van a desaparecer cosas que luego aparecerán en otro lugar. – ¡Carrasco!, ¡abra el campo de futbol que hoy vienen los tordos! - y Carrasco vendrá muy despacio como si llevara los pies arrastras y seguro que me dirá ¡patero!

Cuánta gente y qué buenos todos... Salva, cómo te quedaste sin tu central. Emilio, declárate otra vez en la esquina antes de que la hundan. Echo de menos a Zapata, pero quizá no quiso ver esto y se fue con Carlos y Gálvez.

Estarán siempre en el aire las memorias de Don Jesús y Don Federico, ¡cuánto hicieron por los chicos del barrio! Os prometo que todos los 30 de Abril a las 12 de la noche iré a mi barrio a que me contéis cosas bonitas.

Seré tonto, ¿pues no estoy llorando?....